EL SOLDADO DE
GUMBELL.
Lo que tenían que hacer es
escaparse de ahí. Las Gumbelos, unos insectos parecidos a las mariquitas pero
estos tenían las alas de color amarillo y podían volar. En una casa de una
familia de 4 personas con un gato, vivía el origen de esta raza. Los Gumbelos
crearon su capital en un hueco entre el frigorífico. Estos animales adaptaban
el frío, algo menos el calor, aunque solo algunos. Pero tenían que viajar a
otro lado fresco también, ya que aquí un día un miembro de la familia, el niño,
vio a uno de los Gumbelos.
Nos preparamos para salir del
frigorífico, pero nadie lo abría. Parecía que hicieron viaje. Los Gumbelos
somos vegetarianos, así que comíamos la interminable lechuga que había en el
frigorífico.
Pero un día se acabó toda la
fuente de suministros que teníamos.
Día 1.
-¿Encontrasteis algo de
verdura más?-dijo Yuirt, el rey de nuestra tropa.
-Nada...-dijo Asking, uno de
los más importantes de la tropa.
-Rodre, ¿cuántos somos?-dijo
Yuirt.
-Somos 25.-dije yo, que si no
me presenté soy Rodre.
-¡Señor, Yuirt!-gritó nuestro
soldado Ñerta.-He visto comida, es fruta. Es algo podrida, pero servirá. Son
manzanas.
-¿Dónde están?-dijo Yuirt.
-En el frutero, fuera del
frigorífico.-dijo Ñerta con voz temblante.- Ese es el problema, pero si salimos
tendremos comida y fuerzas para irnos de aquí.
-¿Pero cómo salimos?-pregunté
yo.
No lo sé. Ese es el
problema.-dijo tristemente el rey.
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Día 2.
-Señor, murió Letis. Nuestro
soldado número 23.-le dije yo con alma en pena a Yuirt.
-Intentad aguantar, al menos
vosotros, lo más importantes. Hay que hacer lo posible por esto, cada vez
quedamos menos y esto es más desesperante. Rodre, Asking, Ñerta, Cuih...
¡Podemos salir vivos de esto! ¡Intentémoslo!.-dijo Yuirt.
-Pero, Yuirt... No sé qué
pasará. Voy a investigar una salida.-dijo Ñerta, el encargado de explorar en
nuestro reino.
-Vale Ñerta. Cuih, intenta
calmar a nuestros soldados vivientes.
-Sí, señor.
-Rodre y Asking, buscar
algunas formas que tengan salida. Investiguen todo el frigorífico. Que os
acompañe dos soldados, el 6 y el 7. Entre los 4 haréis algo.
-Sí, señor.-dijimos los dos.
Nos pusimos en marcha.
Teníamos miedo de morir. No sé si dije que los Gumbelos vivimos comiendo unos 3
años, y podemos aguantar sin comer unos 8 o 9 días. Somos bastantes
impresionantes. Yo tengo un año y medio de años. El más mayor es Yuirt, con 3
años. Pronto los cumple. Seguimos buscando, con los soldados PieVen, el soldado
6 y el 7, Lorti. Entonces nos perdimos. Si esto era agobiante, estar perdidos
era aún más. Subimos arriba para encontrar la pared, y así al menos saber un
poco orientarnos, ya que la ciudad estaba arriba. Vimos un hielo con dentro algo
extraño. Parecía comida. Entonces dijo PieVen:
-Comamos esto. Rompamos el
hielo y lo compartimos. Así seremos los últimos en morir, con más posibilidades
de salvarnos.
-Yo quiero ayudar a
Yuirt.-dijo Asking.
-Le traemos luego un trozo si
eso.-dijo Lorti.
-Pero... los pobres soldados.
A mí me caen bien.-dije yo.
-Pero Rodre, esto es
supervivencia. No importan los demás.-dijo PieVen.
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-Ya pero...-dije yo deprimido
por los demás.
-He visto la ciudad.-dijo
Lorti.-Llamemos a Yuirt.
-Él dirá que le demos a todos,
es mejor callarse.- afirmó PieVen.-Parte el hielo, Asking.
-Intentaré hacer lo que pueda,
pero hay que llamar a Yuirt.
-Caguetas... Ya me lo comeré
yo solo y lo partiré solo.
Y nos fuimos sin PieVen, yo
muy preocupado por él. No vimos a Yuirt en todo el día.
Día 3.
Fui a buscar a PieVen sol. Me
acordaba de donde fuimos al reino. Lo vi mordiendo el hielo, vomitándolo
después el agua y seguía. Se le veía con mala cara. Le pregunté:
- Déjalo, PieVen. Tú solo no
podrás hacer nada.
-Ya me queda poco.-me dijo
PieVen.
- Ven a que te cure Yuirt, va
a preguntar por ti. Hoy cuento cuantas personas quedan vivas.
- Intentaré romper el hielo
hasta que muera. Esto es mi futuro.
- Entre todos será más fácil.
- Pero entre todos hay menos
comida.
- ¿Y qué importa eso? Te
recomiendo que dejes eso, o no te cuento en la lista de seguir vivo. Sé que no
sales vivo de aquí, avaricioso.
- No me cuentes tu vida y
vete.-me dijo rendido PieVen.
Y se desmayó. Lo llevé al
hospital de Gumbell. Fue a curarlo Gabat, el médico, aunque más que médico no
era nada. Nos dijo que no se podía hacer nada, como de costumbre decía esto ese
soldado. Fui a contar la gente que seguía, y me encontré el cadáver del soldado
número 25, llamado Uert. Ya eramos 23 solamente. Esto era horrible, no íbamos a
aguantar nada. Yuirt habló de una reunión mañana con todos los que seguían
vivos. Por la noche PieVen calló para siempre. Nuestro gran soldado PieVen...
Entonces le hablé a Yuirt del hielo que intentó romper él, y este
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me dijo que entre todos lo
romperíamos mañana, después de la reunión. Pero no me esperaba lo que pasaría
ahora.
Día 4.
El hielo desapareció. Alguien
terminó de romperlo y se lo comió todo. Buscamos al ladrón, pero no le
encontramos, además era la reunión. Antes de esto murió el soldado 23, Dagriel.
Ya éramos 21. La reunión iba a comenzar. Fue todo el mundo, lo que no esperaba es que después de la reunión pasara muchas cosas. En la reunión dijo Yuirt:
-Señores del reino, soldados
de Gumbell. Estamos en sequía, vamos a morir tarde o temprano. Esto va a ser
duro. Hay que buscar comida. Ayer encontramos un poco pero desapareció. Ahora
vamos a descubrir quien es para matarle por traición. Yde tan extrema hambre,
comeremos su cuerpo. Tendremos que saciarnos de energía.
Hubo una revuelta en la sala.
Torr gritó:
-¡Eso es canibalismo! ¡Estais
todos muy locos! ¡No puedo más! Quiero ofrecerme como rey para no tener a este
asesino.
Le susurré a Yuirt:
-Parece el que se comió la
comida. Se le ve algo más gordo a los demás.
-Ya lo veo. Hay que ir a por él.-entonces
fuertemente dice-. Esta persona parece que se comió la comida. Vamos a por él.
-¡Tranquilidad!-dijo él-. No
pasa nada, porque quiero compartir la comida con quien vaya conmigo. Solo me
tienen que hacer un trueque: Trozo de comida doy yo por vuestra arma. Mirad la
comida.
Enseñó la comida y todos
fueron a por él con el arma, pero no para atacar, si no para darle el arma. Se
unieron 10 personas con él. Ya eran 10 del bando de Torr con 11 del buen bando.
Entonces tuvimos que actuar. Por la noche fuimos a por uno llamado Gais, le matamos y nos comimos su
cuerpo. Estábamos locos de remate, pero
era por no poder comer. Nos rendimos y pensamos en nuevo plan. En vez de
escapar de aquí, nos comeremos a todos uno por uno. Esto era una locura... Nos
podía el hambre.
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Día 5.
Nos decubrieron. Sabían que
nos comimos a Gais, y planearon una estrategia. Pero nosotros teníamos otra.
Creamos una arma nueva, era como un arco pero que al soplar aire soltaba lo que
tuviera dentro. Le llamamos escopeta de aire. Soltaba bolas de hielo,
suficiente para golpear a alguien y matarle. Nos pusimos detrás de un frasco de
filete ruso. Los traicioneros llegaron y nosotros cargamos, pero ellos tenían
su idea también: Cuchillos arrojadizos... Mataron a dos de los nuestros, a
Yuberas y Roque. Ya éramos solamente en mi grupo 9 personas como en el suyo...
Entonces nos tocaba a nosotros pero no disparamos, nos llevamos a los cadáveres
a nuestro escondite. Y mientras comíamos a Yuberas hablamos de como escapar de
aquí. Era una tontería pelear. Sin tregua perderíamos el doble de gente.
Teníamos que salir de aquí.
-Hay que buscar una salida, va
a ser difícil poder hacer tregua.-dijo Yuirt.
Pero entonces dijo Hurtera,
uno de los soldados:
-Conozco una salida. Debajo
del todo, a unos 60 cm de aquí, es el fin del frigorífico. Hay un pequeño
agujero, si lo hacemos más grande...
Pero saltó Asking:
-¿60cm? ¡Eso es demasiado!
¡Tardaremos días en llegar!
-Pero es mejor salir que
quedarnos aquí y morir.-dijo Yuirt. -Buena idea Hurtera, llévanos al final del
todo.
Entonces fuimos a camino, pero
teníamos miedo de encontrarnos con el grupo de Torr, cosa que pasó. Al bajar
del quinto piso al cuarto, donde ¨estaban¨ las
verduras, estaban de guardia los soldados. Este piso era su campamento. Nos
vieron y fueron a por nosotros, pero nos adelantamos. Dos de los soldados,
Asking Ñerta, dispararon con sus dos
escopetas de aire a los soldados. Mataron a dos. Era una buen arma. Solo
quedaban dos guardias, que se murieron de miedo y se fueron corriendo. Nosotros
fuimos a por ellos, no podía saber Torr donde estábamos pero... No le
atrapamos. Entonces fuimos a bajar otro piso, fuimos a una caja de mantequilla
podrida, que no era buen sitio, pero al menos estábamos escondidos. Dormimos.
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Día 6.
Nos
despertamos y nos vimos en la mantequilla, nadie nos descubrió. Seguimos el
camino. Entonces nos perdimos y no sabíamos a donde ir. Nos dijo Yuirt:
-Ir
cada uno por un lado, tomad esto. Es una arma que hace ruido, solo hay que
soplar a este tubo. Hará un ruido extraño. Tomad esto también, son como
zapatillas pero con ruedas en formas de línea. Iréis más rápido así aunque os
caeréis un poco.
Nos
probamos esto y era difícil moverse, pero al tiempo le cogimos el truco. Fuimos
buscando y encontré el lugar. Soplé el tubo e hizo un ruido muy desagradable.
Se escuchó por todo el frigorífico, incluido el piso de Torr. Llegaron poco a
poco todos los Gumbelos, cuando vi acercarse los miembros traidores. Entonces
no pudimos esperar y salimos corriendo los pocos que estábamos. Escalamos para
abajo y esperamos. Bajó un soldado de la traición y le disparó por abajo
Asking. Entonces los demás se fueron corriendo a su piso, lo que no sabíamos es
que mataran a los de nuestro grupo que no le dio tiempo a llegar. Cenábamos al
soldado que matamos, ya acostumbrados de practicar canibalismo, cuando conté
quienes estábamos. En el otro grupo eran 6, en el nuestro... 6. Tres personas
tardaron demasiado en llegar. Nos encontramos Asking, Yuirt, Ñerta, Hurtera, Lorti y yo. Quedamos vivos los
de puestos más
importantes, algo curioso. En el segundo piso dormimos entre bolsas de
zanahorias podridas que no eran comestibles. Como estábamos llenos, no hizo
falta comer.
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Día
7.
Ya
eran 7 días metidos en el frigorífico sin comida, pero no era problema, todos
los días comíamos personas. El problema era que los Gumbelos aguantan tiempo
con el frío, pero llevábamos ya 1 mes y 20 días aquí, cuando lo máximo para
estar bien que podemos estar con frío son 1 mes y unos 10 a 15 días. Cada vez
tardábamos más. Entonces por el frío uno de nuestro equipo cayó inconsciente.
Este fue Lorti... ¡Inconsciente, Lorti! Intentamos curarle, era el que más
sabía de medicina. Pero no despertaba, lo habíamos perdido. Gabat estaba en el
otro bando, esto era imposible. Muy deprimidos seguimos caminando cansados de
andar todos los días. Por fin vimos la salida al primer piso. Bajamos y
llegamos al último piso del destino. Dijo Hortera:
-Vamos
chicos, aguantad. Solamente tenemos que andar 7 a 10 cm más para ir a la línea.
Entonces abriremos la salida y saldremos vivos.
-Espero
que estas armas sirvan.-dijo Yuirt, señalando las escopetas y una bomba.
-Seguro
que sí.
Seguimos
andando los 5 que quedábamos. Entonces Ñerta vio algo raro.
-Cuidado,
vi a alguien moviéndose. Preparen sus puestos.
Pero
era muy tarde.
Salieron
3 soldados de traición a por nosotros con cuchillas. Las lanzaron y dieron a
Hurtera y a Yuirt.
-¡No!-grité
yo.- ¡Os mataré, soldados imbéciles!
Me
tiré hacia un soldado, le apuñalé con su propia lanza y fui a por los otros dos.
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Pude contra otro más y Ñerta disparó al que quedaba. Fui corriendo
a ver a Yuirt y a Hortera. Estaban sangrando. Empecé a llorar.
-¡Por qué! ¡No merecían
morir!-dije yo.
Entonces vi que aquí al lado estaba la salida. Solo
era poner la bomba y podría escapar. Asking me dijo al oído:
-Ahora los salvamos fuera.
Cógeles, yo pongo la bomba. Aléjate.
Me alejé de la salida y puso
Asking la bomba. Se alejó y Ñerta disparó con su escopeta de aire a la bomba.
Le dio y, explotó. Fue suficiente para romper una parte del frigorífico. No
salí, no tenía prisas. Ya estaba a salvo, pero con el canibalismo me cuidé
bastante bien. No pasé demasiada hambre estos días, aunque dejé de ser
vegetariano. Me fijé en Hortera y en Yuirt, inconscientes. Entonces me acordé
de la aldea en la caja de zapatos de el cuarto de estar. Era la ciudad más
grande de todas, aunque no fuera la capital. Aquí había de todo: Médicos,
enfermeros, cirujanos... Toda la medicina. Pronto iba a ser este lugar capital
tratado por el alcalde Pert pero al no tener tan buenos soldados como Yuirt no
lo eran. Le dije a Asking y Ñerta:
-Aquí, a unos 5 metros, está
la caja de zapatos donde residen Pert y sus miembros. Intentemos llegar allí lo
más rápido posible.
Pero me dijo Asking:
-¡Estás loco! ¡Son 5 metros!
¡Y sin nada de comer! ¡Somos soldados del frío, no como ellos que son raza
natural! Nuestro deber es seguir en el frigorífico.
-Sí, pero no tenemos comida.
Esto está desértico. Pronto nos matará Torr o moriremos de hambre. Yo me
sacrificaré por Yuirt.-dije yo.-Ñerta, ¿me sigues?
-No podemos andar 5 metros,
son 500 centímetros. 1 cm equivale a 1 hm para los humanos. Para sorprender...
¿quieres que andemos 50 km?-dijo enfadado Ñerta.- ¿Además sin comer sano? ¡No
pudimos casi con 60 cm, tú crees que con 500 cm salimos vivos!
-Si no quereis venir,
decírmelo. Yo voy a intentar llegar. Se pasa por aldeas, no sé donde están,
pero sé que se pasa por alguna. Si me entra hambre o sed comeré
de la aldea que me encuentre. Yo me voy.
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-Espera.-dijo Ñerta.-Yo me voy
contigo. No hay otra cosa que hacer además de esto, así que antes de morir,
prefiero salvar a alguien.
-¿Pero vosotros, Ñerta y
Rodre, creéis que Yuirt va a estar vivo y Hortera al llegar allí? ¡Estáis
locos! No se puede hacer nada.
-Pero no hay nada que
hacer.-dijo razonando Ñerta.-Vámonos Rodre, ya vendrá Asking si quiere venir.
-No me moveré de aquí.-dijo
enfadado Asking.-Suerte, aunque moriréis de hambre.
Nos pusimos en camino Ñerta y
yo. Yo llevaba en la espalda a Yuirt y Ñerta a Hortera. Llegamos a una
encimera. Entonces vi al asomarme como un transporte. Fuimos a bajar Ñerta y
yo, pero era muy difícil. Escalamos hacia bajo dos estantes, pero al 2 estante
de abajo del todo nos cansamos. Dormimos, ya era muy tarde.
Día 8.
-Despertad.-dijo Asking.-Os
vengo a ayudar. Es verdad, no se puede hacer nada en la capital.
-Bien, Asking.-dije yo-.
Ñerta, vino Asking. Dale los puñales para escalar hacia abajo y bajemos.
Ñerta afirmó. Por fin bajamos
al final del todo, cuando escuchamos un ruido raro. Vimos un puñal volando.
Alguien nos iba a matar. Ñerta y Asking, los encargados de atacar a distancia,
cogieron sus escopetas de aire y buscaron a la presa. Entonces vieron a Torr,
que se lanzó sin nada a por nosotros. Bueno sí, tenía una espada y luego vimos
una cuerda. Por arriba dos soldados le ayudaban. Los nuestros dispararon pero
no le dieron. Entonces era el turno de Torr. Se lanzó a por Ñerta. Le apuñaló.
Cogí el puñal de escalada y se lo lancé en una pierna. Quedó inmóvil. Sin armas
que tenía, fuimos corriendo Asking y yo, llevando a la espalda ahora a Yuirt y a Ñerta, y fuimos a por el transporte. Era una caja de madera muy pequeña.
9
Busqué
y encontré unas monedas de 1 cent, que eran de mi tamaño. Agujereé las dos
monedas que vi, y la caja también con el puñal que tenía en la otra mano. Con
una rueda detrás y otra delante como una moto, Asking empezó con su pistola de
aire, otra arma que tenía, a disparar por atrás y por suerte... ¡Funcionaba!
¡Se movía el coche que acabábamos de hacer! Os sorprenderá que rompiéramos
monedas de oro, pero los Gumbelos tenemos mucha fuerza. Disparaba Asking y yo,
al coger la escopeta de Ñerta. Íbamos muy rápido. En unas 2 horas salimos de la
cocina y perdimos a Torr. Nos cansamos de disparar con nuestro aire y nos
quedamos pensando. No teníamos armas, además de las escopetas. La lanza fue
usada para el coche, un puñal clavado en la pierna de Torr y el otro puñal se
rompió al usarlo con las monedas. Solo escopetas. Miré a Ñerta. Ya era otro
desmayado. Maldito Torr... Solo quedábamos ya Asking y yo. Si uno de nosotros
dos fuera tocado, ya era imposible sobrevivir. Asking dijo:
-Se ve a lo lejos una aldea,
vamos allí. Así descansaremos y hablaremos con su alcalde.
-Buena idea Asking. Quizás el
alcalde nos ayuda. Las aldeas no tienen soldados, pero siempre un jefe de
ciudad sabe luchar.
Soplamos y soplamos y llegamos
al destino. Desmayados ya que no teníamos aire, nos dormimos en el coche.
Día 9.
Eran las 2:00 de la madrugada,
y me despertó una chica. Al verla se vio una chica hermosa, morena y con traje
de alcaldesa. Entonces me acordé de las palabras de Yuirt una vez:
-Si un día viajáis por las
aldeas del alrededor, todo son alcaldes menos una alcaldesa, que es hechicera.
Esta chica os curará. Por eso es la
alcaldesa.
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En esta aldea solo viven
mujeres y los forasteros que vienen para ser curados.
Le pregunté a la chica:
-¿Usted es la alcaldesa?
-Sí.-contestó.-Soy la
alcaldesa de Girle, el reino de las mujeres. Cada vez hay más machismo en
Gumbell menos aquí. Bueno, ya fuisteis curados todos los del coche extraño. Al
ver a Yuirt y a vosotros al regar las plantas de las afueras de las aldeas, os
curé. Es un honor que estéis aquí
-El honor es mío, señorita.
Gracias a ti están todos vivos.
No me di cuenta hasta el
momento de terminar de hablar que... ¡Yuirt y Hortera estaban vivos! ¡Además
Asking y yo cogimos energías y descansamos! Y Ñerta... ¡Apareció por la puerta
con su desayuno! Me dijo:
-Ven a comer, Rodre.
Fui corriendo abajo, y vi a
Yuirt, Hortera, Asking y Ñerta comiendo. Me entusiasmé. Yuirt me dijo:
-¡Buenos días Rodre! Nos
curamos al final. Todo gracias a esta chica llamada Nina, la alcaldesa de la
aldea. Ahora que tenemos fuerzas podemos irnos al frigorífico. Tenemos un
teléfono, que sirve para comunicarse con la gente. Un invento muy bueno nuevo.
Con esto podremos pedir comida cuando necesitemos a la capital. También vendrán
nuevos soldados. Al desayunar vamos en el coche nuevo que nos dejó Nina y
tenemos armas nuevas.
Desayunamos y nos montamos en
el coche. En una hora, ya eran las 4:00 de la mañana, llegamos al frigorífico.
Empezamos a escalar para llegar al frigorífico. En el tercer estante de abajo
escuchamos un ruido. Sentí un dolor en mi mano y me solté. Caí al suelo
desmayado.
11
Día 10.
Me despierto en la capital de
Gumbell. Estaba en un hospital con una mano vendada.
Un hombre me
dice:
-Buenos días, Rodre. Al menos
tú saliste vivo de aquí.
-¿A qué se refiere con al
menos yo?
-Hubo un problema cuando Torr
atacó. Te disparó y fueron a ayudarte, como era normal. Mientras Asking y Ñerta
bajaron a por ti, Hurtera y Yuirt fueron a por él. Claro, estaban abajo, con lo
que no tenían nada de ventaja. Torr sacó el arma y disparó a Yuirt. Este cayó
desde el estante de más arriba al suelo. Unos 20 cm de altitud. Entonces Asking
y Ñerta dispararon a Torr, y consiguieron derrotarle. Pero el problema no fue
ese. Mientras Asking llamaba a la capital, a nosotros, aparecieron los dos
soldados que quedaban vivos del bando de Torr, llamados Gir y Cuih, el traicionero
Cuih.
Cuih disparó a Asking y Gir
apuñaló a Hortera por detrás cuando por fin este hombre subió arriba del todo.
Asking seguía vivo y mató a Gir pero nadie veía a Cuih. Entonces disparó a
Ñerta, que era el único que seguía en pie. Cuando nosotros llegamos, os
recogimos a todos y os mandamos al hospital. Hortera murió antes de llegar
aquí. Al mandaros a vosotros 4 al hospital, llamé a Nina. Esta chica te curó a tí, pero a nadie más. Al
llegar todos estaban muertos menos tú. Y esta chica solo puede curar a los
vivos. Conclusión: Asking, Ñerta y Yuirt murieron.
Me sentí fatal y solamente
dije:
-¿Cómo?
-Lo siento, sé que te caían
bien. Pero tú eras de los más jóvenes. Yuirt moría tarde o temprano. Asking
tiene 2 años, con lo que ya era bastante mayor. Pronto se jubilaba y Ñerta...
Siempre fue un buen soldado, con solo 9 meses ha podido ser uno de los soldados
más famosos de la historia, pero era muy difícil sobrevivir.
Me sentía mal por todos ellos.
Me quedé sin compañía. Empecé a beber y caí al suelo por infarto. No pude salir
vivo de este problema. Aguanté 2 años e hice todo lo que pude....
-Así acaba la autobiografía de
nuestro gran soldado Rodre. Hoy nos reunimos para su funeral y para pensar en
él. Hagamos unos minutos de silencio por él,
para que vea que pensamos en él.
RODRE
2012-2014
TODOS TE QUEREMOS,
GRANDÍSIMO SOLDADO.
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¿Os gustó esta historia? Ya ha terminado, y como vieron es más corta que Queda Mucho Camino. Pronto se publicará otra historia