Todo cuentos.

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viernes, 17 de octubre de 2014

Continúa Queda Mucho Camino.

Aquí va la continuación de la novela: Queda Mucho Camino...




(Pasa la noche y se despiertan...)

Fernando: Buenos días.

Antonio: Nunca madrugas y esta vez sí.

Fernando: Es que pensar en todos los que han muerto... No me entra el sueño.

Antonio: Y pensar que a 10 metros hay un fantasma esperando para matarnos...

Fernando: Oye, ¿cómo vamos a seguir hasta algún lugar conocido?

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Antonio: Podemos usar navegador del móvil, pero está sin batería.

Fernando: Mi móvil tampoco tiene batería.

Belén: Buenas.

Antonio: ¿Y qué vamos a comer?

Fernando: Al estar sin el profesor...

Antonio: No deberíamos haberle dejado morir.

Belén: Yo traje la comida.

Antonio: Yo no traje nada.

Fernando: A mí se me cayó al correr. Estará a unos 200 metros, pero yo no me acerco.

Antonio: Ya... Se ve desde aquí que se te ha caído la mochila de la comida y ropa...

Belén: Y ver a toda esa gente muerta, ahí mismo...

Antonio: Casi toda la clase...

Fernando: Bueno, dejar eso ya. Oye, ¿cómo podía vivir Matilde en  el hostal años, si muchos de la clase no duraron ni 1 día?

Belén: Eso es verdad. Y vivía bastante bien.

Fernando: A lo mejor era el fantasma, o algo por el estilo.

Antonio: No digáis tonterías, si era muy maja.

Belén: No sé como Lucy sigue durmiendo, cuando se le ha muerto su novio...

Antonio: Ja, ja.

Belén: Quedarnos aquí, en Albacete, va a ser una tontería. Sigamos a Cuenca, como en la ruta del profesor.

Fernando: ¿Y dónde está Cuenca?

Antonio: Aquí mismo, ¿dónde va a estar?

Belén: Está al Norte, no aquí mismo. Vamos a tardar en llegar allí.

Antonio: Empecemos ya a andar, que si no...

Belén: Mi móvil aún tiene un poco de batería.

Antonio: ¡Corre, llama a la policía!

Belén: Estoy sin saldo.

Antonio: ¡Pero a llamada de emergencia, que no cuesta saldo!

Belén: ¡Es verdad! Pues ahora voy.

Fernando: ¡Estamos salvados!

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Antonio: (Saltando) ¡Hurra!

Fernando: (Al saltar se choca con Belén y le tira el móvil) Huy, perdón.

Belén: Anda que también... (Coge el móvil y ve que no se enciende) Oye, que no se enciende.

Antonio: ¡Maldito Fernando, acabas de quitarnos la vida!

Belén: Si funciona, pero como está sin batería y se apaga al caerse, no se enciende.

Antonio: (Cogiendo a Fernando de la ropa) ¡Sigue teniendo la culpa!

Fernando: (Le pega un puñetazo a Antonio) ¡Tranquilo, chaval!

Antonio: (Furioso) ¡Como te atreves!

Belén: ¡Tranquilizaos!

Antonio: (Empuja a Fernando) Maldito...

Fernando: (Se cae encima de Lucía) ¡Pero no me empujes con Lucía!

Lucía: ¡AY!

Belén: Ala, ya habéis despertado a la viuda.

Lucía: (Empezando a llorar) ¡Te podrías callar!

Fernando: (Coge una piedra pequeña y se la lanza)

Antonio: (Le da en la cabeza) ¡Ay!

Belén: ¡Está sangrando! ¡Asesino!

Antonio: (Llorando) ¡Qué dolor!

Belén: Espera, que te doy una saga, algo hará.

Lucía: Dale mejor un algodón. Espera, toma. (Saca de la mochila un algodoncito)

Belén: Gracias. (Coge el algodón y se lo pasa por la herida de Antonio)

Antonio: (Sollozando) Me duele...

Belén: Oye, que solo es una pequeña brecha.

Antonio: Pero duele...

Fernando: Lo siento, tío.

Antonio: Tú, no me hables...

Lucía: Dejadlo, que eso es una pelea de amigos.

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Belén: Lucía, que podría haber matado a Antonio...

Fernando: Ya he pedido perdón, no ha sido mi culpa.

Antonio: ¿Entonces de quién? ¿De Mickey Mouse?

Fernando: De mi impulso... Soy un poco impulsivo.

Belén: (Irónica) Un poquito solamente.

Lucía: Deja ya al pobre Fernando...

Antonio: Ya me encuentro mejor, vámonos de aquí, que ver al profesor Rafael muerto tan cerca me da cosilla...

Belén: Eh, espera... El profesor tiene que tener comida y el mapa con el recorrido. Podemos saquearlo.

Fernando: Estás loca...

Belén: Que quieres, mejor sobrevivir como un delincuente que morir como un santo.

Antonio: Eso no se dice así.

Belén: Yo lo digo como quiera.

Antonio: Bueno, pues podemos hacer eso. Está cerquita, con lo que dudo que nos muramos...

Belén: Fernando, ve tú que eres rápido y así te perdonamos lo de la piedra.

Fernando: Prefiero que no me perdonéis, ja ja.

Lucía: Ve...

Fernando: Bueno, voy. Si me veis que me atrapan, salvarme por favor...

Belén: Claro, claro.

Fernando: (Va a por la mochila y la coge) Voy para allá.

Matilde: (Por detrás de Fernando) Con que robando cuerpos, eh.

Fernando: (Asustadísimo) ¡Ah! ¡Qué susto, por dios!

Matilde: Tranquilos, soy Matilde.

Fernando: ¿Y cómo no te ha atrapado Lerucci, el fantasma?

Matilde: No puede, pero ese no es el tema. Te ayudo mejor a llevar la mochila, que te puede atrapar Lerucci.

Fernando: (Saliendo corriendo) Gracias.

Antonio: (Susurrando) ¿Qué hace esta aquí?

Lucía: (Susurrando) No lo sé...

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Matilde: (Gritando) Vengo a ayudaros, Antonio y Lucía.
Antonio: (Asustado) ¿Y cómo nos escuchas?
Matilde: Buen oído, natural de mi familia.
Lucía: Se ve, se ve.
Fernando: (Llega al final del camino) Hola que tal.
Lucía: Hombre, Fer.
Fernando: Fernando, por favor. Me gusta más.
Lucía: Por eso te llamo Fer, Fer. Ja, ja.
Fernando: No tiene gracia...
Belén: Ja, ja. Yo si le veo la gracia ja, ja.
Antonio: Callaos ya. Matilde, no necesitamos ayuda.
Lucía: Si la necesitamos.
Matilde: Sé que lo necesitáis.
Antonio: Bueno, pues ya que estás... ¿Podrías guiarnos el viaje? Sale en el mapa.
Matilde: Si me lo dais, podré ayudaros.
Fernando: (Saca el mapa de la mochila de Rafael) Aquí está.
Matilde: (Coge el mapa) Ah, ya se que camino es. De Albacete a Madrid pasando por Cuenca...
Antonio: Así es.
Matilde: Por si no tienen agua, ya traje yo una poca.
Belén: Qué maja.
Matilde: (Se ríe) Empecemos el viaje. Son unas 12 horas y media hasta llegar a Madrid.
Belén: (irónica) Puf, que poco queda.
Lucía: Empecemos a andar ya, que se hace tarde.
Fernando: No hay ganas.
Matilde: Muevan las piernas. ¡Vamos!
(Andan unas 2 horas y se ponen a descansar)
Lucía: Ya era hora de descansar...
Matilde: Ya que estamos podemos dormir aquí, es un buen sitio.
Antonio: Echo de menos a los de la clase...
Fernando: Yo también... Las gracias de Miguel...
Antonio: Y al profesor Rafael...
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Belén: (Hablando a Lucía) Qué recuerdos de Alicia, María... y quiero volver a mi casa.
Lucía: Lo mejor es dejar eso a otro lado... (Triste) Miguel...
Belén: Solo estuviste un día con él, tampoco es tanto.
Lucía: Ya, pero me gustaba mucho... Me he quedado con ganas de besarle...
Belén: Ah que, ¿no lo besaste?
Lucía: No tuve tiempo...
Belén: Entonces no se qué pena te da...
Lucía: Es que tú no lo entiendes, nunca has tenido novio.
Belén: Ya, pero sabes por qué.
Lucía: Y dudo que vayas a tenerlos algún día si eres lesbiana.
Antonio: ¿Pero que me estás contando?
Belén: (Furiosa) ¡Pero cállate, que hay gente cerca!
Antonio: ¿Belén lesbiana? No me lo creo, ja ja.
Belén: No se lo cuentes a nadie... Por favor...
Antonio: (Gritando) Fernando, ven, que tengo un notición.
Belén: Mira lo que has hecho, Lucía. Ahora el maldito niño este le va a contar a todos lo que soy.
Lucía: Si están todos muertos, da igual...
Fernando: (Acercándose a Antonio) ¿Qué pasa?
Antonio: Que Belén es lesbiana, ja ja.
Fernando: (Sorprendido) ¿No te gustaba Israel?
Belén: Me lo inventaba... Dejarme en paz...
Fernando: Si da igual, ya con la homosexualidad de Roberto la respetamos.
Lucía: ¿Por eso lo marginasteis para siempre y no volvisteis a hablar con él?
Fernando: Eh, que eso no fue así.
Antonio: Da igual, también está muerto.
Matilde: Chicos, yo me voy a acostar ya, cuando vosotros queráis hacéis lo mismo.
Lucía: No hay mucho sueño, la verdad.
Belén: Ya, pero habrá que dormir.
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Antonio: Belén, duerme conmigo, a ver si va a pensar Lucía que vas a por ella en cuanto menos te descuides.
Belén: Imbécil.
Lucía: Me imagino que dormirá en su cabaña, y nunca me haría eso...
Belén: Es que es tonto.
Fernando: Qué días más aburridos estos, no hay nada que hacer.
Belén: Ya va quedando menos.
(La noche pasa, al día siguen andando unas 2 horas, descansan, hablan los chicos entre ellos y siguen andando otras 2 horas. Se quedan, se duermen y se vuelven a despertar naturalmente, y siguen andando. Tras otras 2 horas, llegan a Cuenca, la ciudad al norte de Albacete)
Matilde: Ya estamos en Cuenca.
Lucía: ¡Por fin!
Belén: ¡Ya queda menos!
Matilde: (Susurrando) Por fin están aquí... (Hablando) Niños, aquí hay una casa mía. Podéis quedaros unos días.
Antonio: ¡Sí! ¡Yo quiero quedarme!
Lucía: Eso es, que hace falta algo de descanso sin encontrarte una araña en la boca.
Matilde: Está a 5 minutos, en este bosque. Seguidme.
Fernando: Ya vamos a tocar la gloria...
Antonio: ¡Aleluya!
Fernando: Se está portando muy bien Matilde, ¿no?
Antonio: Sí, bastante.
(Llegan a la casa, que es grande, entre árboles)
Antonio: ¡Qué guay! ¡Es una casa de árbol gigante!
Belén: ¡Qué bonita!
Matilde: Entrad, niños. (Abre la puerta) Tengo de todo ahí dentro.
Lucía: (Preocupada) Esta casa me da mal rollo.
Belén: ¡Pero si está genial!
Matilde: Lucía, pasa, que no va a pasar nada.
Lucía: Bueno, ya que estoy, entro.
Antonio: (Entra a la casa) ¡Tiene de todo! ¡Una piscina dentro de
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la casa!
Fernando: (Entra) ¡La Play Station 4 con el Fifa 15! ¡Con lo que me gusta el Fifa!
Belén: (Entra) Es gigantesca...
Lucía: (Preocupada decide entrar) ¡Uy, pues sí tiene de todo!
Matilde: ¿Os gusta?
Fernando, Belén: ¡Mucho!
Matilde: ¡Pues disfrutarla el tiempo que viváis! (Cierra la puerta corriendo con llave y una jaula gigantesca lisa aparece tapando la casa) Era todo un engaño. Vais a morir aquí dentro, ja ja.
Lucía: (Enfadada) ¡Os dije que era una trampa! ¡Bruja!
Matilde: Es que lo soy. Ahora empezará a echar agua la manguera para llenar la casa en unos días de agua, os ahogareis y moriréis. Como verán, a mí no me atacaba Lerucci, porque yo soy él.
Antonio: Nos tenía engañados...
Lerucci: (Se empieza a arrancar un poco la cara y sale otra piel debajo) Esto es una máscara bien hecha, nada más. Nadie escapa de Lerucci, nunca jamás.
Fernando: No puede ser...
Lerucci: ¡Disfrutad de los juegos, ya que van a ser los últimos para vosotros!
Antonio: Qué muerte más dolorosa tenía planeado.
Lerucci: ¡Hasta luego! (Desaparece)
Lucía: ¡No quiero morir!
Antonio: Hay que planear algún plan, para salir de aquí.
Belén: Tenemos tiempo, solo ha encendido la manguera.
Antonio: Si las paredes no fueran lisas, pero lo son...
Lucía: (Coge una silla y la tira hacia la ventana) No se rompe... No podemos salir de la casa...
Fernando: (Sale de la piscina) ¡El agua de la manguera está muy caliente! Está dentro de la piscina la manguera, pero no se puede mover... Está pegado al suelo...
Antonio: Mejor aún, nos quiere quemar vivos.
Fernando: (Se quita la camiseta) ¡Qué calor, por dios!

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Belén: El aire acondicionado está puesto a 50 grados, así que normal...
Lucía: (Asustada) ¿A 50 grados? ¡Vamos a morir de la peor forma posible!
Antonio: Matarme, mejor que sufrir así...
Lucía: ¡Están desapareciendo los muebles y la casa se está empequeñeciendo!
Belén: Este lo tenía todo planeado... ¡Qué calor!
Fernando: (Se quita los pantalones) Quitaros todo, así no tendréis tanto calor.
Belén: ¡Guarro!
Fernando: Si da igual, vamos a morir todos.
Belén: Pues no te desnudes.
Fernando: (Se quita los calzoncillos) Tarde.
Antonio: Fernando, tápate, ja ja. Que le traumatizas.
Lucía: (Sonrojada) ¡Callaos ya!
Antonio: Pero Lucía, mira, no te tapes los ojos.
Lucía: ¡Hay que salvarse de aquí!
Belén: A mí no me importa mirarle, soy lesbiana.
Fernando: A ver si te vas a cambiar de acera.
Antonio: Mirándote a ti lo dudo.
Belén: Pues calor si hace...
Fernando: Por eso...
Lucía: ¡Fernando, vístete, por favor!
Belén: Eso es, ja ja.
Antonio: ¡Eh, que ha mirado Lucía de reojo a Fernando!
Fernando: Nadie se puede resistir...
Lucía: (Muy sonrojada) ¡Vamos a morir, no habléis de tonterías, dar ideas!
Antonio: Podemos hacer que Fernando se ponga los calzoncillos, que ya me está dando asco.
Belén: Sí, sería lo mejor.
Fernando: (Coge los calzoncillos y se los va poniendo) Vale, me lo pongo, tranquilos.
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Lucía: (Se deja de tapar los ojos) Gracias. Buena idea, Antonio. Ahora pensemos en cómo salir de aquí.
Antonio: Cada vez hace más calor, no puedo aguantar...
Fernando: Una pequeña idea. En la estantería esta hay latas de atún y sardinas. Podemos tirarlas a los 3 aparatos de aire acondicionado, y romperlos, con lo que no funcionen.
Antonio: Sí, porque no hay cables para meterlos en el agua.
Fernando: (Coge unas cuantas latas) Hay 20 latas en total. Tomad, tener buena puntería, y rompamos al menos un aparato de aire.
Belén: (Abre otra estantería) Aquí hay frascos de cristal de garbanzos, también puede ayudar.
Lucía: ¿Os vais a tirar toda la comida que queda? ¡A mí ya no me queda casi nada de comida!
Antonio: (Coge una lata) Algo sobrará. (La lanza y falla) Ups...
Fernando: (Tira la lata y le da al aire) Bien, esto no se rompe.
Lucía: Están muy arriba los aparatos estos. No llegamos.
Antonio: ¡Eh, hay un botón para bajar temperatura! ¡Demos a ese botón y bajemos la temperatura!
Fernando: Buena vista. ¡Vamos, apunten y lancen!
Belén: (Lanza y falla) No es tan fácil.
Antonio: (Lanza un bote de habichuelas, y le da al aparato. Este deja de funcionar) ¡Toma, bien!
Fernando: Solo quedan dos.
Belén: (Lanza una lata y le da al bajo de temperatura, este botón se queda atascado) ¡Oh, no!
Fernando: ¡Pero qué has hecho, nos vamos a congelar!
Antonio: Ha bajado a -25 grados bajo cero... Nos vamos a congelar.
Lucía: Eh, que es muy buena idea. Gracias a esto el agua se va a congelar y no nos ahogaríamos.
Antonio: Eso es cierto, pero nos vamos a congelar nosotros también.
Belén: Hay armarios con ropa, ahora es taparnos.
Fernando: (Poniéndose los pantalones) Pero aún hay un aparato de aire acondicionado

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Lucía: Así se regula la temperatura.
Antonio: Entonces no se congela el agua.
Lucía: Ya romperemos eso algún día, queda mucho para que esto se hunda.
Antonio: El agua está ardiendo, en cuanto el agua nos llegue a las piernas, nos vamos a quemar.
Belén: (Tira el último bote y no rompe el aparato de aire acondicionado) Maldita sea, ¡funciona!
Lucía: ¿No quedan más botes?
Fernando: Eh, no.
Lucía: ¡Plan fallido!
Fernando: Ya nos hemos dado cuenta... Es que no sé como pudimos confiar en Matilde desde el principio.
Lucía: Porque nos ayudó a seguir a Madrid. Gracias a ella estamos en Cuenca.
Antonio: El suelo está encharcado... Me quema las plantas de los pies.
Lucía: Uy, es verdad, quema.
Fernando: (Vuelve al salón) No hay ningún enchufe en el cuarto de arriba para cargar el móvil.
Lucía: ¿Pero hay cuarto arriba?
Fernando: Sí, con camas.
Belén: Pues me voy a descansar, allí seguro que no hace calor.
Fernando: Sí, hay un aparato de aire acondicionado a 50 grados.
Lucía: Entonces mejor quedarse aquí.
Fernando: Esto se hundirá pronto...
Antonio: No se me ocurre ningún plan.
Lucía: A mí sí. Dejar pasar el tiempo y matarnos.
Fernando: Para eso prefiero suicidarme yo.
Belén: No hay cuchillos ni tenedores, no sé como lo vas a hacer.
Fernando: Qué crueldad.
Lucía: Para eso prefiero morir como murieron los otros...
Belén: (Llorando) ¡Es que vamos a morir! ¡No me lo creo!
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Antonio: Llorando no vais a solucionar nada. Hay que romper la ventana, así salir fuera y no nos ahogamos tan fácilmente.
Fernando: Y podríamos gritar hasta que venga alguien...
Lucía: No se puede romper...
Antonio: Seguro que con algo sí (coge una pelota de tenis y la lanza fuerte contra la ventana, pero esta rebota y cae en la piscina) ¡Mi pelota!
Lucía: Una pelota no lo iba a romper...
Fernando: A lo mejor una navaja si lo hace.
Belén: ¿Tienes una navaja? ¿Para qué?
Fernando: Por si me atacaba un animal.
Lucía: Eso seguro que funciona, podrías decirlo antes.
Antonio: (Gritando) ¡Qué calor, me estoy quemando las rodillas y la cara!
Lucía: Está la manguera disparando agua. Es muy potente, esto pronto se va a hundir.
Fernando: (Saca la navaja de su bolsillo) ¡Vamos, que voy!
Lucía: Ánimo.
Fernando: (Lo coge y lo usa como un puñal contra la ventana. Entonces le hace una grieta a esta) ¡Sí, funciona!
Belén, Lucía: ¡Hurra!
Antonio: Dale más veces.
Fernando: Voy a tardar en romper la ventana (Sigue dándole, y tras 70 puñaladas consigue profundizar y sobre sacar la navaja) Ya tenemos un agujero.
Antonio: (Subido al armario) Has tardado, eh...
Fernando: (Subido a la silla) El agua está llegando a la tabla de la silla.
Lucía: (Subida a la mesa) Está ya alta...
Belén: (Subida a la misma mesa) Corre, que va a llegar el agua aquí.
Fernando: No hay nada más que se pueda levantar, además de las sillas. En un tiempo me quemo vivo.
Lucía: Yo me estoy mareando del calor...

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Belén: Aguanta, Lucía. Fernando, lo difícil ya está hecho. ¡Rompe ese maldito cristal, por dios, que nos cocemos!
Fernando: Lo intentaré. (Empieza a cortar con la navaja desde fuera cachos de cristal, pero le cuesta) Está difícil.
Lucía: No va a dar tiempo...
Fernando: (Va cortando cachos, y consigue cortar ¼ de la ventana) ¡Dios! ¡El agua ardiendo por mis rodillas!
Lucía: Trabaja de pie.
Fernando: (Se levanta) No puedo...
Lucía: Pues sigue cortando, porque por ahí no cabe nadie.
Fernando: Desearme suerte. (Se agacha y con el calor sigue cortando. Consigue cortar la mitad de la ventana pero no puede seguir, ya que le sobrepasa las rodillas) ¡Me estoy quemando el muslo!
Antonio: Oye Lucía, ¿estás bien?
Fernando: Estará desmayada. Yo lo voy a estar pronto también... El calor del agua...
Antonio: Es que está tocando la mesa además, y están Belén y Lucía mareadas. Eso sí, yo no me bajo del armario. (Se quita la camiseta) Si hace calor.
Fernando: Tengo una idea, podemos coger la silla y terminamos de romper el cristal más rápido.
Antonio: Buen plan. Pero para coger la de ahí tengo que bajarme y quedarme en la mesa de las niñas estas.
Fernando: ¡Hazlo, me das la silla y yo rompo la ventana, por favor, rápido!
Antonio: (Se prepara para bajar del armario) Voy... Pero esto me da vértigo, si caigo a la lava me quemo.
Fernando: ¡Hazlo de una vez! ¡Vamos que me quemo!
Antonio: Lo intentaré. (Se prepara para saltar, lo hace pero no llega a la mesa) ¡Ahg!
Fernando: ¡Antonio! ¡Espera que voy a salvarte!
Antonio: ¡Me muero!
Fernando: (Salta a la mesa y de ahí a la otra. Consigue hacerlo
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pero tira la silla de la que se sujetaba) ¡Antonio, ya estoy aquí!¡Dame la mano! ¿Antonio? (Ve su mano y la coge) Espera que tiro. (Saca a Antonio del agua y lo apoya en la mesa) ¡Antonio! ¿Estás vivo? (Le mira la pulsación y le sigue latiendo el corazón) Estará desmayado... ¡Antonio!
Antonio: ¿Dime?
Fernando: (Feliz) ¡Estás vivo! ¡Qué alegría!
Antonio: (Con el cuerpo quemado) Me duele mucho el cuerpo... Lo tengo quemado...
Fernando: (Ve que la silla está hundida) Seguramente vamos a morir aquí...
Antonio: Se ve... ¿Y Lucía y Belén no despiertan?
Fernando: (Le mira el pulso a Lucía) Ella está viva, voy a mirar la otra. (Le mira el pulso a Belén) Oye, que a Belén no le late el corazón.
Antonio: ¿Qué dices?
Fernando: En serio, no responde... (Llorando) ¡Belén, Belén!
Antonio: Dios... Mejor no despertamos a Lucía, que no vea esto.
Fernando: (Sigue llorando) Bel... ¿Cómo ha muerto?
Antonio: Ya quedamos solo 3, y creo que seré el siguiente en morir...
Fernando: (Mira el nivel del agua) Voy a intentar una cosa. De todas formas moriremos alguna vez, seguramente.
Antonio: ¿Qué vas a hacer?
Fernando: (Coge la silla) Saltaré a esta mesa, y de ahí intentaré romper la ventana.
Antonio: ¡Pero te vas a caer! ¡Está muy lejos!
Fernando: Si da igual, nuestras vidas no tienen sentido. (Salta y cae en la mesa)
Antonio: ¡No lo hagas!
Fernando: Va a ser más difícil salir que romper la ventana. (Agarra la silla de las partes traseras, y poniéndose en el bordillo de la mesa, da golpes a la ventana.
Antonio: Fernando, por favor, cuidado.

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Fernando: (Consigue romper la ventana) Perfecto.
Antonio: ¡Bien!
Fernando: Despierta a Lucía o algo. Voy a intentar poner la silla aquí. Nos vamos a quemar toda la parte debajo de la cadera, pero a lo mejor vamos a sobrevivir.
Antonio: Lucía. (Le pega en la cara) ¡Despierta, despierta!
Fernando: (Coloca la silla) Ya está. ¿Se despierta Lucía?
Antonio: (Agarra a Lucía) No lo consigo... (Le mira el pulso a Belén) Sí... está muerta...
Fernando: Bueno, pues no sé qué hacer con Lucía...
Antonio: No podemos dejarla aquí.
Fernando: Intenta cogerla.
Antonio: Entonces me va a costar más saltar, y me va a costar estando medio quemado...
Fernando: (Mira el nivel de agua, que le llega a la cadera) Déjala. Mejor que sobrevivamos que matarnos por otro medio muerto...
Antonio: Pero Lucía...
Fernando: Pero Belén...
Antonio: Bueno... Es verdad. (Se prepara para saltar de un lado a otro y lo consigue, pero por poco) Puf...
Fernando: Voy a salir. Tú lo tienes más fácil, eres más alto que yo.
Antonio: Vamos, que nos morimos también nosotros.
Fernando: (Se va a la silla) ¡Agh! ¡Me llega al cuello!
Antonio: ¡Pero corre!
Fernando: (Se agarra a la ventana y se sube. Se tira a la hierba de fuera de la casa.)
Antonio: ¡Voy yo! (Se baja a la silla y hace lo mismo. Sale de la casa)
Fernando: Por fin...
Antonio: Me encuentro fatal... No veo bien... (Cae mareado)
Fernando: Maldita sea. ¿Antonio? Se habrá mareado con el calor y además al estar quemado... (Gritando) ¡Ayuda, ayuda! ¡Ayuda, por favor! (Se pasa 10 minutos gritando) ¡Ayuda, por favor!
????: ¿Quién habla?
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Fernando: (Feliz) ¡Señor, le hablo de la pared que hay! Haga un agujero para salir de aquí!
????: ¿Qué te pasa?
Fernando: ¡Rompa la pared, por favor!
????: ¿Con qué?
Fernando: Con una roca pesada o algo.
????: Espera, que voy.
Fernando: ¡Muchas gracias, señor!
????: (Rompe un trozo de la pared con una gran roca) Tengo un agujero ya.
Fernando: ¡Perfecto! Siga rompiendo...
????: (Hace un gran agujero) ¿Así te vale?
Fernando: (Con Antonio a cuestas) ¡Sí! ¡Espere, que le saludo!
????: ¿Te ayudo?
Fernando: (Llega al agujero) ¡Gracias a dios, mi salvador! ¡Estamos encerrados en esta casa por un fantasma! ¡Ayúdame a sacar a este mareado!
????: Está quemado...
Fernando: En la casa sale agua hirviendo. Es obra de un fantasma llamado Lerucci, bueno ayúdeme, por favor.
????: ¿Lerucci? ¡Oh no! Sé quien es... Claro que te ayudo.
Fernando: ¿Cómo te llamas?
Ramón: Me llamo Ramón.
Fernando: Por favor, ayúdanos. Hay una chica dentro de la casa, quemándose viva.
Ramón: Lo vas a lamentar, pero lo mejor es no meterse allí.
Fernando: ¡Es que se va a morir!
Ramón: Te lo sugiero, no te acerques a esa casa...
Fernando: Pero...
Ramón: Te lo recomiendo. Vamos a ver cómo está tu amigo. (Coge a Antonio de los brazos y lo arrastra a unos 5 metros) Bueno, tiene quemaduras de primer grado, vamos al hospital y ya le curaré.
Fernando: ¿Es usted médico?

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Ramón: Así es. Soy cirujano, que algo tiene que ver. A unos 10 minutos de aquí tengo mi coche aparcado, os llevo si eso.
Fernando: Muchas gracias... Pero lo de la chica...

Ramón: Te voy a contar una cosa sobre Lerucci. Yo también hice la caminata de Granada-Albacete llamado Istat. A mis amigos y a mí nos atacó también el fantasma. Teníamos unos 14 años. Éramos 13 amigos, y solo 5 llegamos vivos al final del camino. Entonces una mujer muy maja nos ayudó a ir a Valencia, donde queríamos ir, y nos tendió una trampa... Era Lerucci, y nos metió en una olla gigantesca y muy alta. Solo tres salimos con vida, escalando con unos puñales hasta arriba del todo. Mi amigo cayó a la olla, y corriendo mi otro amigo bajó a salvarle. Cuando  bajó, una tapa gigante le tapó y murieron los dos. Yo fui el único que me salvé, ya que no fui a por él. Si vas a ayudarla, te quedarás encerrado de alguna forma... Te recomiendo que te quedes, pero tu haz lo que quieras...

Fernando: Bueno... Sí, vayamos al hospital, gracias por ayudarnos.

(Van al hospital de Cuenca)

Médico: Se recuperará. Lo tendremos 2 días aquí y se recuperará.

Ramón: Muchas gracias. Volveremos entonces en 2 días.

Médico: Perfecto, Ramón.

Ramón: Fernando, quédate en mi casa hasta que se recupere Antonio. Luego ya os dejo por donde estabais.

Fernando: Muchas gracias. Se está portando muy bien con nosotros.
Ramón: Vente a mi casa.
(En la casa de Ramón)
Ramón: Esta es tu habitación, Fernando.
Fernando: ¡Qué bonita! ¿Y qué hace con una habitación para niños?
Ramón: Tuve una esposa y un hijo, pero murieron para salvarme de Lerucci. Todos los días voy a visitar sus tumbas, para agradecerles lo que hicieron.
Fernando: ¿Pero te salvas de ese fantasma si alguien se mata por ti?
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Ramón: Eso es, pero tiene que querer esa persona. Mientras que no suceda eso, no os salvareis del fantasma.

Fernando: Pero mi profesor se mató para salvar la vida de Lucía, y esta habrá muerto en la casa.

Ramón: Se tiene que matar al terminar la caminata. Pero tranquilo, solo no debes hacer nada temerario o peligroso... Os acompañaré, para que no muráis...

Fernando: Eso es un detalle, pero es que hago una caminata hasta Valladolid.

Ramón: Les llevaré a Madrid, y seguiréis allí el camino. Mejor que no paséis más por Cuenca.

Fernando: Gracias por todo, en serio. No sé si debería confiar en ti, ya que al confiar en Matilde luego nos intentó matar ya que era Lerucci.

Ramón: Haz lo que quieras, te dejo escoger.

Fernando: Bueno, si no moriré, así que confiaré en usted.
Ramón: Llámame Ramón, que no soy tan mayor, solo tengo 39 años.
Fernando: Vale, Ramón.
(Esperan unos días hasta que Antonio se recupera. En el médico de Cuenca...)
Antonio: Buenas, Fernando.
Fernando: ¿Te encuentras mejor?
Antonio: Sí, ya me encuentro bien.
Ramón: Me alegro. Lerucci os intentará atacar más, pero os haré compañía.
Antonio: ¿Quién es usted?
Ramón: Ramón, ya te contará todo Fernando. Os llevo en tren hasta Madrid, y ya de ahí seguimos a Valladolid.
Fernando: Sí, Antonio. Ahora te explico todo lo que ha pasado en el tren.
(Llegan al tren y Fernando cuenta todo a Antonio. Llegan a Madrid y se acercan hasta la caminata, de Madrid a Valladolid pasando por Segovia)

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Ramón: Esta es la caminata llamada Hofteod, ¿no?

Fernando: Me imagino. Tienes el papel tú.

Ramón: Perfecto.

Antonio: No me creo que muriera Lucía... Nunca pude decirle que le gustaba.

Fernando: ¿Te gustaba?

Antonio: ¡Mucho!

Fernando: No lo sabía, lo siento... A mí me gustaba Belén, hasta que descubrí que era lesbiana.

Antonio: Tampoco sabía yo eso.

Ramón: Seguramente nos encontraremos con gente haciendo esta caminata, es muy famosa.

Fernando: Gracias Ramón por darnos algo de tu comida.

Ramón: Lo más seguro es que no tuvierais. Bueno, pues cuando queráis empezamos a andar.

Antonio: Ya mismo, quiero llegar al hotel de Valladolid. Dicen que es el mejor hotel de España.

Ramón: Ah, ¿vais a Las Blancazas?

Antonio: Sí, así se llama.

Ramón: Pues solo tardaremos unas 10 horas andando hasta llegar allí, no está ya tan lejos.

Antonio: Bueno, el tiempo ya se nos pasará.

Ramón: Seguro que sí. Bueno, pues andando, que es gerundio.

(Empezaron a andar y pararon a las 2 horas en un camping)

Ramón: En este camping seguro que hay niños de vuestra edad. Podemos quedarnos unos días para descansar.

Fernando: Aquí también nos íbamos a quedar nosotros si fuéramos con Rafael, con lo que está pagado.

Ramón: Entremos.

Antonio: (Entrando en el parking) Mira cuántos animales hay. Ciervos, jabalíes, zorros... de todo.

Fernando: Mola el camping, ja ja.

Ramón: (Se acerca al monitor del camping) Hola, venimos para estar unos días en el camping.

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Diego: Claro. Buenas tardes, ¿su nombre?
Ramón: Ramón Salazar.

Diego: ¿Solo 2 niños y usted?

Ramón: Sí, pero hay reserva. Son 20 niños y un adulto.

Diego: Solo son 2.

Ramón: La mayoría faltó.

Diego: Umh, ya la veo. Pero la reserva es de Rafael Leal.

Ramón: Murió...

Diego: Vaya, lo siento mucho. Pero sin él no puedes entrar.

Ramón: Pero tenemos la reserva y el dinero pagado.

Diego: Es que a lo mejor has robado usted a Rafael Leal su cartera  y te haces pasar por él.

Ramón: ¡Yo nunca haría eso!

Diego: Perdone, pero no puedo fiarme de usted.

Ramón: Bueno, pues estos niños son Fernando Fernández y Antonio Torres, seguramente están apuntados.

Diego: (Mirando el ordenador) Sí, en el grupo de los 20 niños.

Ramón: Estos son.

Diego: ¿Tienen el DNI?

Ramón: ¿Lo tenéis?

Antonio: Yo sí.

Fernando: Yo también.

Diego: Dádmelo y vosotros podréis entrar sin pagar.

Antonio: (Coge el DNI) Toma.

Diego: (Lo mira) Es correcto todo.

Fernando: Toma.

Diego: (Lo coge) También es correcto. Ellos pueden entrar, pero Ramón, usted no puede.

Ramón: ¿Cuánto cuesta el maldito camping?

Diego: 40 euros la noche. Tenemos actividades y muchos animales.

Ramón: Da igual, ya que este hombre no me cree pago. (Saca la billetera con el dinero) Tome.

Diego: ¿Cuántas noches estaréis?

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Ramón: Yo las que los niños.
Diego: Pues tres noches, con lo que 120 euros sin contar esta, que os sale gratis.
Ramón: (Coge el dinero) Toma y déjanos pasar.
Diego: Gracias. Podéis pasar.
Fernando: ¡Qué emoción!
Antonio: Esto estaría más chulo con los de la clase.
Fernando: Bueno... Al menos estamos vivos.
Antonio: Sí, algo es algo...
Ramón: Aquí podéis conocer niños de vuestra edad seguramente. (Susurrando) Vaya chorizo el monitor, se va a quedar con más de 1000 euros de los niños muertos...
Antonio: ¿Cuál es nuestra cabaña?
Ramón: La vuestra la número 5. Yo estoy en la 3, para dejaros descansar.
Antonio: Solo son 15, que poquitas.
Ramón: No son muchas...
Antonio: (Viendo la cabaña 7) Mira, son gente de nuestra edad, es verdad.
Fernando: Yo prefiero ir a mi bola.
Ramón: Pues me voy a mi cabaña, a colocar cosas. Cuando queráis verme, ya sabéis donde estoy. Si salgo os llamo.
Antonio: ¡Vale!
Ramón: Mucho cuidado con todo. Lerucci os puede atacar en cualquier momento, estar atento a todo.
Fernando: Yo me voy a dar una vuelta.
Antonio: Espera, que te acompaño.
Ramón: Alah, hasta luego. (Empieza a moverse hasta la cabaña)
Fernando: Antonio, esto sin gente está aburrido...
Antonio: Vamos a conocer a estos, no hay mucho más que hacer. ¡Hola!
Raúl: Buenos días.
Antonio: ¿Qué tal?
Sergio: ¿Quién eres tú?
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Antonio: Un niño del camping.
Sergio: Ah... Pues hola.
Antonio: Me llamo Antonio, ¿vosotros?
Julio: Yo Julio.
Sergio: Yo Sergio y este Raúl.
Sandro: Y yo Sandro.
Antonio: Pues encantado. Yo estoy en la cabaña 5, por si me queréis ver.
Julio: Nosotros en la 7.
Fernando: Yo soy Fernando.
Sandro: Bonito nombre.
Fernando: Gracias...
Sergio: Pues nada, hasta luego.
Antonio: Adiós.
Fernando: Hasta luego.
Antonio: (Susurrando a Fernando) Ya conocemos algunos más.
Fernando: Yo no me acuerdo de los nombres.
Antonio: Yo tampoco pero bueno...
Diego: (Con un altavoz) ¡Niños, venid aquí!
Antonio: Esos seremos nosotros...
(Se dirigen Antonio, Fernando y 12 niños, contando a Raúl, Sergio, Sandro y Julio)
Diego: ¡Hola, niños!
Todos: ¡Hola!
Diego: Soy Diego Vílchez, vuestro monitor. Como se ve, han faltado 18 niños, pero bueno... Paso lista de los que están y los que no están. Empiezo: ¡María Andrade!
Antonio: No está.
Diego: ¿No está? Sigamos. David Arráez.
Fernando: Tampoco.
Diego: Vaya... ¿Javier Benítez?
Antonio: Tampoco ha venido...
Diego: Qué rápido faltan... Rocío Cascales.
Rocío: ¡Aquí!
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Diego: Somos 14 y deberíamos ser 32, claro. Bueno, sigo: Aurelio Castillo.

Aurelio: Aquí.

Diego: Alicia Contreras.

Antonio: También faltó.

Diego: ¿Pero quién no falta del instituto de Granada?

Antonio: Antonio Torres y Fernando Fernández.

Diego: Gracias. Paso lista del instituto de Ciudad Real. Raúl Gómez.

Raúl: ¡Aquí!

Diego: Perdona, Sergio Coronado, te salté.

Sergio: Aquí estoy.

Diego: Sandro Gutiérrez.

Sandro: ¡Aquí!

Diego: Hernández.

Julio: Aquí.

Diego: Ángel Llul.

Ángel: Presente.

Diego: Molina, Mercedes.

Mercedes: (Levanta la mano)

Diego: Paula Prieto.

Paula: Aquí.

Diego: Jesús Rubio.

Jesús: No soy rubio, soy moreno.

Todos: Ja ja.

Diego: ¿Eres tú, no? Qué graciosillo, me parto y me troncho.

Jesús: Sí, soy yo.

Diego: Fátima Titos.

Fátima: Aquí estoy.

Diego: ¿León Torices?

León: Presente.

Diego: Pues entonces no falta nadie. Podéis iros a vuestras cabañas correspondientes, ya mañana os diré las actividades.
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Antonio: Estamos solos, ja ja.

Fernando: Te sientas hasta raro...

Sandro: Hola, Fernando. ¿Te vienes a darte un paseo conmigo?

Fernando: Eh, claro... Pero es un poco tarde.

Antonio: Yo me voy a dormir ya...

(Mientras, en la cabaña 3)

Ramón: (Con velas al lado) Sé que estás aquí, Lerucci. No voy a dejar que mates a estos dos niños, no te voy a dejar... Mataste a mi familia, y ahora irás a por ellos, pero no te voy a dejar. Averiguaré que persona estás poseyendo y no podrás matarlos. Sabes cómo soy, Lerucci. Llevo 24 años averiguando como matarte, y sé hacerlo. No voy a dejar que mates más gente...

(Los niños por la noche, en la cabaña 9)

Aurelio: No me puedo dormir...

Jesús: ¿No?

Aurelio: Pues no.

Jesús: ¿Y tú crees que me importa eso? Anda, déjame en paz.

Aurelio: Voy a darme una vuelta.

Jesús: ¿Estás loco? Hay un montón de animales en el camping.

Aurelio: Me da igual.

Jesús: Cuidado.

Aurelio: (Bajando las escaleras) Hasta luego, me llevo las llaves. (Sale de la cabaña) ¡Qué sorpresa, Rocío!

Rocío: ¿Qué tal?
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Aurelio: Aquí, dándome un paseo, ¿y tú?
Rocío: Iba a la cabaña 7, porque esto no te lo vas a creer.
Aurelio: ¿Qué pasa?
Rocío: Sergio va a dormir con Paula... Vamos, ya sabes que va a pasar.
Aurelio: ¡Dios! ¿Desde cuándo llevan saliendo?
Rocío: Desde esta tarde. Es que Paula es una guarrilla.
Aurelio: Con buen cuerpo.
Rocío: Eso es... Bueno, me voy a la cabaña 7.
Aurelio: ¡Mira eso!
Rocío: Parece Diego.
Aurelio: Es que es Diego encima de un ciervo... Mejor nos vamos, que nos regaña.
Diego: Nadie se va de aquí, gentuza. (Empieza a correr con el ciervo, que ataca a Aurelio)
Aurelio: ¡Hace mucho dolor!
Rocío: ¿Qué está pasando?
Diego: Nadie se salva de Lerucci. León. (Sale un león) Ataca a esa niña, no la dejes que viva.
Rocío: (Asustada) ¿De qué hablas?
Aurelio: (El ciervo le muerde un ojo) Me cago en el maldito ciervo... (Se muere)
Rocío: ¡Oh, no! ¡No quiero morir!
Diego: Todos los cercanos a los supervivientes de Lerucci deben morir.
Rocío: (Empieza a correr pero el león le atrapa y le muerde una pierna) ¡Ah!
Diego: Mátala y cómetela, león.
León: (Con voz diabólica) SANATAS NARG. (Le muerde el cuello a Rocío)
Rocío: ¡Dios! (Muere)
Diego: Muy bien, podéis esconderos.
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(Llegamos al día)
Antonio: (Escucha una campana) ¿Qué es eso?
Fernando: Será la reunión del monitor, para que nos explique las cosas...
Antonio: Qué noche más rara. Había ruidos todo el rato.
Fernando: Estarán para que caigamos y muramos.
Antonio: A lo mejor la campana también.
Fernando: Eso lo dudo. Vayamos, si eso llamamos a Ramón.
Antonio: (Vistiéndose) Sí, vamos.
(Al ir llegando a la reunión)
Julio: Sergio, ¿al final hubo...?
Sergio: No, ya será a la próxima. Eso sí, besa genial.
Julio: Suertudo, ja ja.
Mercedes: Oye, no he visto a Rocío por ninguna parte.
León Torices: Ni yo a Aurelio.
Diego: Eso quiero decir... Si me dejáis...
Fernando: (Llegando) ¡Buenas!
León Torices: ¿Qué pasa con ellos?
Diego: Fernando, Antonio, tomen sitio. Empiezo a hablar... Rocío y Aurelio han desaparecido del campamento... Lo siento mucho, seguramente estarán muertos.
Fernando: A lo mejor no, solo son supervivientes.
Diego: No lo sé, pero es una noticia malísima.
Jesús: ¿Cómo va a morir...?
Diego: No lo sabemos.
Mercedes: No puede morir Rocío... (Llorando) ¡Es mi mejor amiga!
Ángel: Salió un rato Aurelio a pasear.
Jesús: Eso es.
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Diego: A lo mejor de ahí se perdió... No lo sabemos...
Antonio: Qué miedo... Espera, han desaparecido en pareja...
Fernando: Es verdad.
Diego: (Asustado) ¿Y qué pasa?
Antonio: En Jaén también... ¡Fernando, vamos a hablar con Ramón!
Diego: No podéis iros de aquí.
Antonio: Solo es un momento.
Diego: Voy a decir las actividades.
Fernando: Antonio ve tú, yo luego te explico que actividades son.
Antonio: (Corriendo) Ahora vengo...
Diego: ¿A por quien va?
Fernando: A por Ramón, un amigo nuestro.
Diego: Ah... Yo os explico las actividades...
(En la cabaña 3)
Antonio: Ramón, abre...
Ramón: ¡Voy! (Abre la puerta)
Antonio: ¡Lerucci está aquí! ¡Han muerto dos personas anoche!
Ramón: Sabía que estaba aquí. Lo mejor va a ser que durmáis en mi cabaña, hay sitio de sobra, y que no salgáis por la noche...
Antonio: Estoy muy asustado...
Ramón: Tranquilo, no va a pasar nada...
Antonio: Bueno, voy hacia la reunión.
Ramón: Hasta luego, Antonio. Mucho cuidado...
(En la reunión)
Diego: Pues nada, hasta luego...
Todos: Adiós.
Antonio: Volví.
Diego: Fernando, tú le cuentas todo.
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Fernando: Ahora vamos al río. Vamos a hacer piragüismo.
Antonio: Ah, vale. ¿En parejas de qué?
Fernando: De 2.
Antonio: Perfecto, nos ponemos juntos.
León Torices: (Andando) Jesús, ¿sabes lo de que Sergio se quedó a dormir con Paula?
Jesús: Ya me lo han contado... A saber lo que se ha liado allí.
Ángel: (Triste) Pobre Aurelio... A saber dónde está.
Jesús: Será alguna de sus bromitas. Se habrá escondido.
Ángel: Lo dudo... Tengo que investigar sobre eso...
Jesús: Déjalo, ya aparecerá.
Diego: Ahora vengo. Vosotros quedaos quietos, no tardo.
Sandro: ¡Hey, Fernando!
Fernando: Eh, hola.
Sandro: ¿Qué tal? ¿Quieres ponerte de pareja conmigo?
Fernando: Es que ya tengo.
Sandro: (Triste) Ah, vaya...
(Mientras, Diego)
Diego: (Se acerca a la cabaña 5 con un perro) Hey, perro, toma los huesos de Aurelio. Mételos en la cama de uno de estos chicos. (Abre la puerta)
Perro: (Con voz diabólica) Trato... hecho...
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(El perro entra y le pone los huesos de Aurelio a la cama de Fernando y los de Rocío a la cama de Antonio. Mientras, en el río)
Fernando: ¿Por ahí vamos a lanzarnos?
Antonio: A ver si caemos de pie...
Diego: (Corriendo) Buenas, chicos. Poneos por parejas y prepararos para lanzaros por allí. Meteos en una barca cada uno.
Julio: Raúl, mira esa barca lo chula que es. Es como dorada.
Raúl: Corre, que no se suba nadie.
Julio: (Se sube encima) ¡Vamos!
Diego: (Susurrando a sí mismo) Dos muertos más, ja ja. (Hablando fuerte) Subid a las barcas todos. Ahora cuando avise soltáis la barca de la cuerda desatando el nudo. Entonces empezareis a moveros y tendréis que remar. El que llegue primero a esa isla ganará.
Fernando: Vamos, que podemos.
Antonio: Ganamos fijos.
Sergio: Paula, súbete.
Paula: Claro.
Diego: Cuando estéis todos empezáis. Aviso en 3 segundos.
Ángel: Vamos, Sandro.
Sandro: (Subiéndose) Tenemos que ganar.
Diego: ¡Y YA!
Antonio: (Remando) Qué lenta es la barca...
Fernando: Es verdad...
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Julio: (Remando) Qué barca más buena.
Raúl: Es rapidísima.
Sergio: (Deja de remar) Esto es una tontería.
Paula: Besémonos.
Sergio: Claro que sí.
Julio: ¡Va rapidísimo! ¡Ganamos fijo!
Raúl: ¡Estamos casi en la meta!
Diego: Cocodrilo, ataca a la primera barca que veas.
Cocodrilo: SANATAS NARG.
Mercedes: Van a ganar Julio y Raúl.
Fátima: Se ve... ¡Mira a Paula!
Mercedes: No me digas que está besándose.
Fátima: Ja, ja.
Raúl: ¡Vamos a llegar!
Cocodrilo: SANATAS NARG.
Julio: ¿Y ese ruido?
Raúl: ¡Un cocodrilo!
Julio: ¿Dónde?
Raúl: (El cocodrilo se sube a la barca y muerde a Raúl en una pierna) ¡Oh, no!
Julio: ¡Raúl!
Raúl: ¡Me muero! (El cocodrilo le muerde en el cuello y mata a Raúl)
Julio: No, por favor... No me mates...
Cocodrilo: (Voz diabólica) No hay más remedio. (Se sube encima de Julio y le abre la barriga. Empieza a comerse su estómago)
Ángel: ¿Qué es eso?
León Torices: ¡Parece un cocodrilo!
Ángel: Y está en la barca de Raúl...
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León Torices: ¡Cambia de sentido, que nos ataca!
Ángel: Están muertos... Oh, dios...
León Torices: ¡Hay un cocodrilo que se ha comido a Raúl y Julio! ¡No paséis por allí!
Fernando: Qué fuerte me parece.
Antonio: Pobre los dos... Espera, dos muertes más.
Fernando: Otra vez... ¿Lerucci es el cocodrilo?
Antonio: No, tiene que ser una persona que haga que este animal mate...
Fernando y Antonio: ¡Diego!
Antonio: Claro, es el monitor...
Fernando: No puede ser...
Antonio: Hay que irse de este lugar ya, si no queremos morir.
Diego: Ir saliendo, que han habido ataques.
Sergio: (Desnudo) No le hagamos caso.
Paula: ¡Qué maravilla!
Diego: (Murmurando) Dos no salen... Cocodrilo, ve a por la barca con esos dos chicos follando...
Cocodrilo: SANATAS NARG.
Ángel: ¡Oye, que quedan dos chicos en la barca!
Jesús: Anda que Sergio así... Qué asco...
León Torices: Qué guarro...
Paula: ¡Sigue, sigue!
Sergio: ¡Cómo disfruto!
Cocodrilo: SANATAS NARG.
Sergio: Qué ruido más feo... ¿Lo has hecho tú?
Paula: Eh, no...
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Sergio: ¡Qué es eso!
Paula: (Se sube el cocodrilo a la barca) ¡Dios mío!
Sergio: ¡Un cocodrilo!
Cocodrilo: Moriréis. (Le muerde a Sergio en el pene)
Sergio: ¡Me cago...!
Paula: ¡Sergio!
Cocodrilo: (Muerde a Sergio en la barriga y se la abre, con lo que Sergio muere) Te toca...
Paula: ¡No, por favor! ¡No! (Le ataca y le muerde en un ojo el cocodrilo. La mata y se la empieza a comer)
Jesús: ¡Eh, monitor, que el cocodrilo está encima de la barca!
Diego: Oh, no... Voy a intentar salvarles...
Fernando: (Susurrando) Otros dos más...
Antonio: Corre, avisemos a Ramón y vámonos de aquí...
Mercedes: Paula...
Fátima: Es que no se que hace allí...
León Torices: Este camping me da miedo. Han muerto 4 personas y dos desaparecidas...
Jesús: ¡Vámonos!
Diego: ¡Eh! ¡Nadie se va de aquí!
Fernando: ¡Corre!
Diego: (Gritando) 5 animales os matarán antes de que os vayáis. ¡Oso!
Oso: SANATAS NARG.
Fernando: (Corriendo) ¡Mi móvil está en la cabaña 5!
Antonio: ¡Corre!
Oso: SANATAS NARG.
Mercedes: Estoy muy cansada... No puedo correr.
Fátima: ¡Mercedes, que te pilla el oso!
Mercedes: ¡No!
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Oso: (Engancha a Mercedes y le clava sus garras en un pulmón. Con voz diabólica) Ciervo, que no se escapen...
Jesús: Espera, que tengo la navaja aquí.
León Torices: ¡Mata al ciervo, que se acerca a nosotros!
Jesús: (Saca la navaja, y cuando el ciervo se acerca le pincha en el cuello) ¡Coge piedras y apedrea al ciervo!
León Torices: ¡Voy!
(Cerca de la cabaña 5)
Fernando: Antonio, coge mi móvil y el tuyo. Yo voy a avisar a Ramón de esto...
Ramón: (Saliendo de su cabaña) Ya me he enterado. Coged el móvil, nada más. Vámonos de este lugar...
Antonio: (Entrando en la cabaña) ¡Un esqueleto!
Fernando: ¿Qué dices?
Antonio: Este Diego quería delatarnos de la muerte de Aurelio y Rocío... (Coge su móvil y el de Fernando) Vámonos, por favor...
(Mientras, cerca del río)
León Torices: (Mata al ciervo) ¡Vámonos ya!
Jesús: (Corriendo) ¡Vamos, que hay un oso cerca!
León: Nadie escapa de aquí...
Jesús: Oh, no...
Diego: (Sale del agua) Invoco una puerta para que esta gente no salga hasta que mueran todos los animales...
Fátima: ¡Vamos a morir!
Sandro: Tengo una escopeta de perdigones, voy a por ella.
Diego: No llegarás.
Sandro: ¿Quién me lo impide?
Diego: El perro de detrás.
Sandro: (Mira hacia atrás) Uf... Pórtate bien, por favor.
Perro: Yo no digo guau, yo digo SANATAS NARG. (Se tira hacia Sandro)
Sandro: ¡Agh!
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(Al lado de la puerta)
Ramón: Está cerrada la puerta, me lo esperaba... Maldito Lerucci...
Antonio: Es nuestra hora...
Ramón: No puedo dejar que Lerucci os mate... Se me ha ocurrido una idea.
Fernando: ¿Qué vas a hacer?
Ramón: Os quiero...
Antonio: Ramón, no te... ¡Se va a suicidar por nosotros, como hizo su hijo y su esposa!
Fernando: ¡No podemos dejarle!
León Torices: León, no me mates...
León: (Se lanza contra León) ¡Muere!
Jesús: Me voy de aquí...
León Torices: ¡Sálvame! (Le arranca una pierna) ¡Jesús!
Jesús: Lo siento...
Ángel: Perro, te crees que te escaparás, pero no... (Coge un petardo) Con la sensibilidad de tus oídos, podré matarte si te pongo un petardo cerca, y tengo un mechero.
Perro: No, por favor...
Ángel: Así es la vida. (Enciende el petardo y se lo lanza al lado del perro. Explota el petardo y el perro muere) Uno menos...
Diego: (Saca una pistola) No saldréis de aquí con vida, y seré libre...
Lerucci: (Dentro del cuerpo de Diego) Eso es, mátalos a todos...
Ramón: (Corriendo) ¡Lerucci, no puedo dejar que mates a nadie más!
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Antonio: (Corriendo) ¡No te suicides!
Lerucci: Cuánto tiempo, Ramón...
Ramón: Si me matas, no puedes matar a ninguno de estos niños, ¿no?
Lerucci: De los que quedan vivos no...
Ramón: Pues cuando quieras...
Antonio: ¡No te mates, Ramón!
Ramón: No puedo dejar que más chicos mueran...
Lerucci: ¿Seguro que quieres matarte?
Fernando: ¡No lo hagas!
Ramón: Os quiero demasiado, Antonio y Fernando, como para dejaros morir... Me recordáis a mí de vuestra edad... Con 13 años...
Antonio: Ramón, no lo hagas...
Lerucci: Solo salvaré de la maldición a DOS de los que hay aquí... ¿A quien escoges?
Ramón: Doy mi vida para que Fernando y Antonio salgan vivos...
Antonio: (Llorando) Ramón...
Lerucci: Cuando digas Gran Satanás, doy mi vida para que tú la tengas. A cambio, deja vivir a Fernando Fernández y Antonio Torres. Gran Satanás, Gran Satanás. Di eso al revés.
Ramón: Lo haré. SANATAS NARG, SANATAS NARG.
Antonio: No puedo ver esto...
Ramón: ESRROT OINOTNA Y ZEDNANREF ODNANREF A RIVIV AJED, OIBMAC A.
Fernando: (Llorando) Te queremos, Ramón...
Ramón: SAGNET AL UUT ARAP ADIV IIM YOD.
Antonio: Ramón...
Ramón: SANATAS NARG.
Lerucci: Perfecto... Adiós, Ramón.
Ramón: Os quiero, chicos.
Antonio: ¡Ramón!
Fernando: ¡No!
Lerucci: (Entra por la boca de Ramón y lo mata. Lerucci sale) Ya está, estáis salvados, Fernando y Antonio...  León, Cocodrilo y Oso, matad a los demás. Dejar salir a Fernando y Antonio... Mi viaje ha acabado...
(Antonio y Fernando, en vez de irse a Valladolid, en un avión van a Granada. Así termina esta historia. Cortan el camino de Granada-Albacete llamado Istat. Nadie vuelve a pasar por allí)

FIN.

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